Todos debemos vivir el espíritu olímpico, pero unos más que otros

el . Publicado en Noticias de 2024

Todos debemos vivir el espíritu olímpico, pero unos más que otrosFue George Orwell el que acuñó una frase que se ha hecho paradigmática: todos somos iguales, pero unos más que otros. Aparece en una de sus más conocidas obras, Rebelión en la granja, en que satiriza la revolución bolchevique. Se suele citar para mostrar las contradicciones en que incurren los sistemas basados en el comunismo.

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París me recordó esta cita. En este acontecimiento hubo dos polémicas, una de ellas que aparece en todos lo medios de comunicación y otra que apenas se ha difundido.

La primera, que seguramente el lector conocerá, es la representación en uno de los barcos de un grupo de gente sentada alrededor de una mesa, con claros parecidos a la Última Cena que pintó Leonardo Da Vinci. Los actores eran drag queens, y uno de ellos representaba al dios Dionisios e iba casi desnudo.

La segunda, poco conocida, fue un despiste de uno de los presentadores de la ceremonia: al acercarse el barco que portaba a la delegación de Corea del Sur, el comentarista anunció por los altavoces del Sena a la República Popular Democrática de Corea. Este es el nombre oficial del país que todos conocemos como Corea del Norte.

Enseguida hubo muchas quejas: del Episcopado francés en el primer caso (a las que acompañaron las denuncias de muchos Obispos de todo el mundo y de líderes religiosos cristianos y no cristianos) y del gobierno de Corea del Sur en el segundo.

El Comité Olímpico inmediatamente pidió disculpas oficiales a Corea del Sur por el error, aunque el gobierno surcoreano no las considera suficientes y piden una reunión cara a cara con altos representantes del Comité Olímpico.

En el caso de la representación de la Última Cena, tardó mucho la reacción oficial. La portavoz oficial de París 2024 contestó al día siguiente, pero no fue espontánea, sino como respuesta ante la pregunta de un periodista. Y su declaración suena más a una justificación que a un reconocimiento del error. Esto fue lo que dijo: “Claramente, nunca hubo la intención de mostrar falta de respeto a ningún grupo religioso. Al contrario, creo que realmente intentamos celebrar la tolerancia comunitaria. Al observar el resultado de las encuestas, creemos que este objetivo se logró. Si la gente se ha sentido ofendida, por supuesto, lo lamentamos mucho, mucho”.

El presidente del Comité organizador también respondió, pero tardó tres días, cuando el clamor de las protestas desde todos los ámbitos, religiosos y de otros sectores, era ensordecedor. Y fue tan tibia como la de la portavoz oficial, porque declaró que “la idea era realmente provocar una reflexión. Queríamos tener un mensaje lo más fuerte posible”.

Por lo visto, para los miembros del Comité Olímpico, hay que luchar contra todas las intolerancias, pero contra unas más que contra otras.

¿Cuál debe ser la reacción de los cristianos? En mi opinión, sin dejar de denunciar las discriminaciones e insultos contra nuestras creencias, hemos de rezar por esas personas y perdonarlos como nos enseñó el Señor. De esa manera mostraremos el verdadero rostro de nuestra fe y daremos un testimonio auténtico.

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