Bienvenido a Iuscanonicum, el sitio de derecho canónico

Leí hace poco casualmente unas palabras de San Josemaría que me llevaron a reflexionar:

Libertad en lo temporal y también en la Iglesia, hijos míos. Soy muy anticlerical —con ese anticlericalismo sano, del que os hablo tantas veces— y quien tenga mi espíritu lo será también. Con demasiada frecuencia en los ambientes clericales —que no tienen el buen espíritu sacerdotal— se organizan monopolios con pretextos de unidad, se trata de cerrar a las almas en grupitos, se atenta a la libertad de las conciencias de los fieles —que deben buscar la dirección y la formación de sus almas donde lo juzguen más oportuno y con quien prefieran—, y se multiplican preceptos negativos innecesarios —ya sería mucho que se cumpliesen los mandamientos de Dios y de la Iglesia—, preceptos que ponen enfrente psicológicamente a quienes han de cumplirlos (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Carta 9-I-1959, n. 35).

Todos debemos vivir el espíritu olímpico, pero unos más que otrosFue George Orwell el que acuñó una frase que se ha hecho paradigmática: todos somos iguales, pero unos más que otros. Aparece en una de sus más conocidas obras, Rebelión en la granja, en que satiriza la revolución bolchevique. Se suele citar para mostrar las contradicciones en que incurren los sistemas basados en el comunismo.

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París me recordó esta cita. En este acontecimiento hubo dos polémicas, una de ellas que aparece en todos lo medios de comunicación y otra que apenas se ha difundido.

¿La posición del sacerdote en la Misa puede generar un cisma?Muchos católicos a los que les haya llegado la noticia del posible cisma en la Iglesia siro-malabar, quizá se hayan asombrado al saber que existen católicos en la India de raíces muy antiguas. Cuando los portugueses llegaron con sus naves a ese subcontinente gracias a Vasco de Gama en 1498, se sorprendieron al encontrar cristianos tan lejos de Europa y casi incomunicados con sus hermanos en la fe. Son los llamados cristianos de Santo Tomás, porque se consideran fruto de la predicación de este Apóstol, que, según las tradiciones, estuvo en estas tierras alrededor del año 50, siendo martirizado en Meliapor, actualmente un barrio de Chennai. Sus restos se veneran en una basílica que se levantó en el lugar de su martirio.

Al estar tan aislados, durante la Edad Media se relacionaron sobre todo con los cristianos caldeos, de doctrina nestoriana. Sin embargo, por los vaivenes políticos de medio oriente, durante largas temporadas quedaron aislados y casi sin sacramentos (no siempre tenían obispos). En 1491 el Archidiácono, máxima autoridad de la iglesia malabar, consiguió que el patriarca de la Iglesia de Oriente (monofisita) les enviara dos obispos, los cuales, al no conocer la lengua local, eran tratados como huéspedes.

 La conciencia de las monjas de Belorado y de SaltaMucho se habla estos días en España de las monjas de Belorado, ya excomulgadas. Lo cual es un momento triste para toda la Iglesia: la expulsión de una entera comunidad religiosa (o casi entera) es un hecho ciertamente aciago.

De los sucesos de Belorado no se ha hablado mucho fuera de España, pero en Argentina se conoce el conflicto de las carmelitas de Salta. En esta ciudad hay en curso unas presuntas apariciones, en el Cerro de San Bernardo (se conoce como la Virgen del Cerro), que genera muchas peregrinaciones. Actualmente están en investigación por las autoridades sin que terminan de ver su carácter sobrenatural, y además parece que hay aprovechamiento económico de la vidente (de nombre María Livia) y su marido.

Los dos pulmones de la Iglesia, el oriental y el occidentalA San Juan Pablo II le debemos la comparación de la Iglesia como un cuerpo que vive con dos pulmones: «no se puede respirar como cristianos o, mejor, como católicos, con un solo pulmón; hay que tener dos pulmones, es decir, el oriental y el occidental» (Discurso a las comunidades cristianas no católicas, París, 31-V-1980). ¿Cuáles son esos dos pulmones con los que respira la Iglesia?

Desde los inicios de su predicación, la fe católica se encarnó en las culturas a las que llegaba: la Iglesia vivió muy pronto lo que ahora llamamos inculturación de la fe. Ya desde la época del Imperio Romano, las diferencias culturales y el modo de vivir el cristianismo en cada entorno cristalizaron en los ritos. Estos fueron fundamentalmente tres en la parte occidental del Imperio: el rito romano o latino; el rito hispano, actualmente llamado rito mozárabe; y el rito ambrosiano, que actualmente se vive en Milán. Y cinco en la parte oriental del Imperio y regiones cercanas: el rito alejandrino, en Egipto; el rito bizantino, en el ámbito griego; el rito antioqueno, en Siria; el rito caldeo, en la antigua Mesopotamia; y el rito armenio. En los siglos siguientes casi todos se extendieron a otros países fruto del impulso evangelizador de los cristianos de cada país. Los antioquenos llegaron a la India dando lugar a la Iglesia Siro-Malabar, que actualmente es noticia.

Iuscanonicum - Derecho Canónico en la web  Avisos legales