Al término de la primera cumbre de los 114 presidentes de conferencias episcopales, convocada para combatir los abusos sexuales en la Iglesia, el Papa Francisco ha anunciado el domingo ocho líneas normativas que llevarán a erradicarlos pues «esa monstruosidad es todavía más escandalosa en la Iglesia» ya que sus ministros «se convierten en instrumentos de Satanás».
En su largo discurso, pronunciado justo después de la misa final, el Papa ha advertido que «si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso -que representa ya en si mismo una monstruosidad-, ese caso será afrontado con la mayor seriedad».
Dando la razón a los ciudadanos de a pie, Francisco ha reconocido que «en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos» y el grito de las víctimas «hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder».
Indicando un giro copernicano a las conferencias episcopales negacionistas o pasivas, el Santo Padre ha asegurado que «el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren».
Debe hacerlo por iniciativa propia, «por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños». Es decir, siguiendo sus propios principios y no solo como reacción a los fallos que señales otros.
Después de citar los detallados informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, Interpol, Europol y otros, el Papa ha concluido: «Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial».
Por lo que respecta a la Iglesia, «ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes, evitando los dos extremos de un justicialismo provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos».
Según Francisco, las nuevas normas aprovecharán la experiencia de «las Best Prácticas formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud», el «trabajo desarrollado en los últimos años por la Pontificia Comisión de Protección de Menores, y la aportación de este Encuentro».
El Papa ha explicado que las ocho líneas normativas se refieren a:
1. La protección de los menores: «Es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución (…) dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos».
2. Seriedad impecable: «Deseo reiterar ahora que ‘la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso’ (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018)».
3. Una verdadera purificación: «Aprender a acusarse a símismo; como personas, como instituciones, como sociedad. En realidad, no debemos caer en la trampa de acusar a los otros, que es un paso hacia la excusa que nos separa de la realidad».
4. La formación: «La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos».
5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: «Reafirmar la exigencia de unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado, como ha sido costumbre en el pasado».
6. Acompañar a las personas abusadas: «El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia».
7. El mundo digital: «Animar a los países y a las autoridades a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de manera particular a los menores: el delito no goza del derecho a la libertad».
8. El turismo sexual: «Se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal».
El Papa ha concluido dando las gracias «en nombre de toda la Iglesia, a la gran mayoría de los sacerdotes», que gastan su vida al servicio de los demás y han sufrido el desprestigio causado por compañeros indignos.
Y ha reafirmando su confianza en los laicos, pues «será justamente este santo Pueblo de Dios el que nos libre de la plaga del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones».
Poco después, durante el rezo del Ángelus, Francisco ha lamentado específicamente «la injustificable falta de atención a las víctimas y el encubrimiento de los culpables por parte de responsables de la Iglesia. En estos días hemos escuchado a las víctimas, y hemos pedido perdón a Dios y a las personas ofendidas».
En la plaza de San Pedro había muchos representantes de asociaciones de víctimas de abusos. En general, les alegra que se hay abordado el tema con claridad, pero no se fían de las palabras hasta que vean un cambio de verdad en su respectivo país: han sufrido ya demasiadas decepciones.
Todas las ponencias y ceremonias de la cumbre están disponibles, traducidas a los principales idiomas, en la página web www.pbc2019.org y pueden verse en cualquier momento en el canal de Vatican Media en YouTube.
Como resumen del trabajo de cuatro días, el arzobispo Mark Coleridge presidente de la conferencia episcopal australiana, afirmaba en la homilía de la misa final: «Hemos mostrado muy poca misericordia y, por lo tanto, recibiremos la misma. La revolución copernicana es el descubrimiento de que las víctimas de abusos no giran en torno a la Iglesia, sino que la Iglesia gira alrededor de ellas».
Fuente: diario Abc, Madrid 24 de febrero de 2019