George Weigel, Política sin Dios
Ed. Cristiandad, Madrid 2005, 172 páginas
En este libro el autor comenta los últimos acontecimientos internacionales y el visible distanciamiento entre la política europea y norteamericana, que en los últimos años parecen haber aumentado. La Constitución europea, la crisis de Irak, el posible ingreso de Turquía en la Unión Europea, el velo islámico en las escuelas francesas, entre otros, dan pie a caracterizar dos visiones culturales de la sociedad, una marcadamente laicista y otra que responde al sentido cristiano de la sociedad.
Comparando dos grandes monumentos de París de dos épocas bien distintas (el gran arco de La Défènse y la catedral de Notre Dame), George Weigel concluye que son la expresión artística de concepciones distintas del papel de la religión en la sociedad, una que pretende expulsar a Dios de la vida pública de la sociedad -o mejor dicho que ignora a Dios- y otra que lo admite. A partir de ahí extrae conclusiones. El autor mantiene que no hay confrontación entre ambas concepciones, y que buena parte de los males que detecta en la sociedad europea se deben a las contradicciones de la “visión europea” del papel de la religión. Escrito primariamente para lectores de Estados Unidos, el libro tiene la finalidad de advertir que su país no está exento de llegar a los mismos males que aquejan a la sociedad europea, aunque -según el autor- es posible evitarlos.
Jugosas son las consideraciones sobre la situación de la fe cristiana en una democracia. Piensa el autor que el futuro de la democracia depende del respeto de los derechos del hombre, entre los que se deben incluir el de libertad religiosa. El cristianismo seguirá ejerciendo el papel de conciencia crítica y objetiva de la sociedad y le dará a principios éticos y morales, necesarios para una correcta evolución del sistema democrático.
Según Weigel la actual crisis de la civilización tiene su origen en el humanismo ateo que reniega de sus orígenes cristianos, resultando una postura tan lamentable como la de un hijo que reniega de sus padres. Recuerda el autor que no se debe hacer una correlación necesaria entre democracia y relativismo moral: es posible establecer una democracia estable y respetuosa con los derechos humanos, que a la vez tenga sólidos principios morales.
Este ensayo se lee con interés porque interpreta acontecimientos de gran actualidad y se refiere a problemas vivos de la sociedad. El lenguaje es claro y los capítulos son breves. Dirigido primariamente -como ya hemos dicho- a lectores de Estados Unidos, tiene la finalidad de explicar a sus conciudadanos muchas actitudes europeas, además de ser una advertencia. Este libro puede ser útil para comprender, además, muchos acontecimientos importantes desde la caída del Muro de Berlín. Es adecuado para profesores universitarios e interesados en la filosofía política.