¿Quién habló de club cristiano? Las iglesias dejan su única reclamación bien clara. «Que me quede como estoy». Dése rango constitucional a la libertad de culto y respétese la legislación de cada Estado miembro en materia religiosa. Ni la muy laica Francia puede objetar esta reclamación. Todavía habrá quien diga que cualquier mención de las iglesias en una carta constitucional es improcedente, mas habrá que reconocer que las iglesias constituyen grupos organizados claves en la estructura social europea. Son una realidad que sólo puede ignorarse con perjuicio para el objetivo final. Porque una Constitución debe ser el reflejo de los elementos que componen la sociedad a la que va dirigida.
A partir de ahí, las iglesias cristianas sólo están pidiendo la plasmación del principio de la subsidiariedad, ya recogido en el Tratado de Maastritch. Es decir, que lo que pueda ser resuelto en un nivel inferior de la sociedad -más cercano a los ciudadanos- no sea asumido por una instancia superior. Así, las iglesias piden que se respeten las competencias de los Estados nacionales, fruto de largos años de negociación. Abrir un debate sobre la posición de la Iglesia en la nueva Europa probablemente no beneficiase a nadie.
Publicado en el diario ABC, Madrid, 17 de noviembre de 2002