Publicamos la entrevista realizada por el diario Avvenire el 13 de febrero de 2006 al profesor Robert Royal. El profesor Royal es presidente del Instituto Fe y Razón, con sede en Washington DC.
-Profesor Royal, ¿qué reacciones provoca cuando habla de «mártires» a un público contemporáneo?
- Es un concepto difícil de entender, incluso para los católicos. Se piensa que es algo que podía ocurrir sólo en tiempos de los primeros cristianos, dentro del Coliseo, y que ya no sucede. Pero en cifras nunca el martirio ha sido tan actual.
-¿Qué lo hace posible hoy?
- En mi libro apuntaba hacia la naturaleza ideológica del siglo recién concluido. Pero últimamente he notado una tendencia preocupante que tal vez dentro de algún año será clara en toda su gravedad. Es el resentimiento de muchos fundamentalistas musulmanes respecto a los occidentales y la facilidad con la que es instrumentalizado por líderes y regímenes radicales.
-¿Podría poner un ejemplo?
- Obsérvese la propia Turquía. Siempre ha sido peligrosa para los sacerdotes católicos. Aunque se define un régimen secular, de hecho la tolerancia respecto a los cristianos es muy baja. Por lo tanto no me sorprende que Turquía haya sido escenario del asesinato del padre Santoro. Pero este caso muestra el tipo de degeneración de acontecimientos que podríamos seguir viendo en el futuro próximo, a causa de la creciente tensión entre Oriente y Occidente. Revela que hay muchos fanáticos, en este caso musulmanes, dispuestos a recurrir a la violencia a la mínima provocación.
-¿A cuándo se remonta esta tensión? ¿Precede al 11-S y a la invasión de Irak?
- En mi opinión sí. Un ejemplo claro es el asesinato de John Joseph, obispo de Faisalabad, en Pakistán, muerto en circunstancias misteriosas en mayo de 1997, que refleja una modalidad que se está representando con frecuencia. Esto es, un régimen que hace casi imposible para los no musulmanes encontrar trabajo o participar en la vida pública y de hecho crea un clima en el que su persecución es legítima. Es una forma de islamización forzada, de campaña por la «pureza religiosa» común ya en muchos países musulmanes. No todos los estudiosos del Corán o los religiosos musulmanes la justifican, pero la presión de los fundamentalistas se hace cada vez más fuerte. Piénsese que algunos países musulmanes hasta han pedido formalmente a las Naciones Unidas que se prohíba el uso mismo de la palabra «islamización» por parte de grupos para la defensa de los derechos humanos.
-¿Cuáles son los países donde los cristianos corren más riesgo?
-: Uno es ciertamente Arabia Saudita, que tiene aún mayor rigidez que Pakistán. Ahí cualquier expresión pública de fe cristiana está prohibida y en teoría se puede ser arrestado por orar en la propia casa. Cuando los americanos estuvieron en Arabia Saudita durante la primera guerra del Golfo, por ejemplo, se les ordenó que no rezaran antes de las batallas. Y allí, como en casi cualquier parte del mundo musulmán, a un musulmán que se convierta al cristianismo se le puede castigar con la muerte. Pero los derechos de los cristianos son violados regularmente y por ley en Kuwait, Qatar, Omán, Emiratos Árabes y Turquía. Y las cosas están empeorando. Veo, por ejemplo, explosiones de violencia anticristiana también en Egipto, además de, naturalmente, en Irak.
-¿Entonces cree que en los próximos años el martirio de cristianos ocurrirá más en el mundo árabe-musulmán?
- También están China y Corea del Norte, y existen amenazas en los mismos países occidentales. En muchos países europeos asistimos en efecto al nacimiento de movimientos anticristianos y antirreligiosos que pueden ser muy violentos. Y no se puede olvidar que en el mundo islámico surgen continuamente también oportunidades de diálogo. Pero es un diálogo muy difícil, que choca constantemente con la voluntad de los regímenes de explotar cualquier ocasión para empujar a las masas a la violencia anti-occidental.
-¿Considera que el odio en estos países se dirige a los cristianos en cuanto tales o como occidentales?
- En muchos países del mundo islámico esta distinción no existe. El sentimiento anti-occidental se extiende a americanos y europeos, judíos y cristianos. A los religiosos como el padre Santoro se les ve como representantes de los gobiernos occidentales, de igual forma que en el mundo islámico religión y política son la misma cosa. Es un odio que nace de un sentimiento de profunda humillación que hunde sus raíces en la historia del siglo pasado, a partir de la primera guerra mundial. Pero ahora el resentimiento es punzante. Naturalmente hay muchas razones para reflexionar sobre el comportamiento de Occidente respecto de Oriente Medio, pero la diferencia es que los cristianos están dispuestos al diálogo, mientras que en muchos países islámicos el clima está demasiado envenenado como para permitir una confrontación honesta y en igualdad. Basta con decir que si bien es verdad que las viñetas sobre Mahoma son blasfemas para un musulmán, las caricaturas y los artículos anti-cristianos y anti-judíos están a la orden del día en los diarios árabes, pero muy pocos están dispuestos a reconocerlo.