Por la mañana, pronto, leí en las redes este acertado comentario:
Reilusiónate. Recién casados y el fuego
Hace unos días se ha casado mi hijo pequeño (que no el último soltero), en una ceremonia que me ha resultado muy emocionante, como supongo es normal.
Pero mientras las emociones y los pensamientos se agolpaban en mi interior, pensaba también en las parejas que trato y que básicamente tienen problemas serios de relación.
¿Cómo es posible que una situación como la vivida por mi hijo recientemente, de entrega total, radical, alegre, ilusionante, etc. se pueda marchitar?
Creo que una buena posible explicación tiene que ver con el orden, con la jerarquía de los valores que no sólo se dice tener, sino ¡que se viven!
Seguro que se han escrito maravillosas cosas sobre este tema; pero a mí, me sirve mucho el simil del fuego.
Un buen fuego se hace empezando con cosas pequeñas, que arden fácilmente… y, se va aumentando el tipo de combustible que se va poniendo: ramas y hojas, pequeños troncos, troncos gordos… Hasta que se hace una brasa gorda y fuerte, duradera, que dará mucho calor.
Pues algo parecido pasa con un buen matrimonio.
Empieza en el noviazgo, va desarrollándose paulatina y ordenadamente (respetando la naturaleza de esa relación particular, que es diferente al matrimonio) y luego, viene el fuego, grande, vistoso, que parece que no se podrá apagar nunca; pero, poco a poco, se van consumiendo los troncos…
Y aquí, se ve si el fuego estaba bien ordenado o no. O se apaga o queda esa brasa, que quema y da calor…
Yo quiero abogar a favor de tantos y tantos matrimonios que conozco, tipo “brasa”.
Claramente, se puede llegar a una relación maravillosa de unión, complicidad, respeto y conocimiento recíproco, en definitiva, ¡de amor verdadero!
¡Animo a los jóvenes que empiezan! ¡Se puede!
Quise expresarle mi agradecimiento al autor, y felicitarle por su excelente artículo y, al mismo tiempo, manifestarle mi opinión. Y… me lancé a escrirle el siguiente texto:
Ignacio completamente de acuerdo...
Te felicito por la boda de tu hijo y por el escrito, con tan buena consideración, que nos has dejado a todos....
Yo añadiría: La base...
Base firme, robusta, compartida por los dos y comprobada y constituida, poco a poco, entre los dos, a la que habrá que volver, pase lo que pase: ¿Qué me enamoró de ti?
Volver, y cuidarlo, y fortalecerlo…
El autor, al que podría haberle molestado mi comentario, por el contrario, me respondió:
¡Caramba Rosa!
Muchas gracias por tu amable comentario y tu añadido, con el que estoy totalmente de acuerdo.
Sólo he pretendido expresar una idea, que me viene con frecuencia a la cabeza...
¡Gracias otra vez!
Y al rato, por WhatsApp, una buena amiga me escribió:
He visto un comentario tuyo, muy bonito, en Linkedin…
Y todo, en un plis plas.
Rosa Corazón es abogada del Tribunal de la Rota,Doctora en Derecho y Profesora.